Por favor, recuérdame feliz riendo junto al rosal, con moratones en la barbilla, mientras contábamos todos los coches negros que pasaban frente tu casa al pie de la montaña, hasta que alguien nos pillaba en la cocina con unos mapas de la cordillera y una hucha con forma de cerdito. Sí, una imagen demasiado confusa como para mencionarla.
Pero por favor, recuérdame con cariño. He oído por ahí que sigues igual de guapa y que en las puertas del Paraíso han pintado unos grafittis donde pone "Volveremos a encontrarnos" y "Que les jodan a los hombres" y "Dile a mi madre que no se preocupe" y que los ángeles te dan la mano y que siempre tienen prisa...
Y por favor, recuérdame también en Halloween haciendo el tonto por todo el barrio con las caras pintadas de blanco. Recuerdo que a medianoche nos olvidamos el uno del otro y a la mañana siguiente me dio tanta vergüenza... aunque ahora parezca una tontería.
Así que por favor, recuérdame por error asomado a la ventana de la torre más alta, tan alta como para ver la carretera vacía en hora punta. Tan alta que resplandece y resuena junto a las puertas que rodean el Reino de los Cielos con frases como "Objetos perdidos", o "No mires abajo", o "Evita la tentación".
Por favor, recuérdame como en aquel sueño en el que éramos niños llenos de arañazos jugando entre los árboles caídos, y durmiendo junto a los leones y las mujeres que te llamaban como a ti te gustaba, e incluso te hacían regalos si te portabas bien. Fue una oportunidad fugaz para ver a un trapecista volar tan alto como las aves.
Pero por favor, recuérdame en mi miseria y cómo me llevó a perder todo lo que amaba. A aquellos perros que les encantaba la lluvia e iban de un lado a otro junto con las aves de colores que planeaban sobre ellos en círculos alrededor del pozo.
Y por favor, recuérdame de vez en cuando en el coche detrás de la feria. Mi mano entre tus rodillas. Te volviste hacia mí y me dijiste que el número del trapecista había sido increíble pero que parecía no acabar nunca; y los payasos que pasaban me miraron con furia. Y entonces aquello se llenó de perros del circo y el aparcamiento se volvió un sitio peligroso.
Así que por favor, recuérdame al final nadando a contracorriente. Si consigo llegar hasta las puertas del Paraíso intentaré hacer un dibujo de Dios y de Lucifer, un niño y una niña, de un ángel besando a un pecador, de un mono y de un hombre, de una banda de música, todos alrededor de un trapecista asustado.