Cada día veo esas oraciones flotando como cartas dirigidas a los dioses pidiéndoles una y otra vez algo que me permita seguir adelante. Pero un crisol de dolor, llevado lentamente a ebullición agitó mi corazón y aquel radar que me guiaba se desvaneció.
Todavía hoy sigo tambaleándome aunque sabía que llegaría el día en que dirías que te ibas. No hubo forma de suavizar el golpe, ni con una canción, ni suplicándote de rodillas y cada día me cuesta más seguir adelante habiendo perdido el punto de partida.
Este es un amor cruel y sin darme cuenta me quedé en su lado más oscuro, totalmente solo. Sin embargo, intento dejar que el amor iluminé mi camino para que siempre esté conmigo. Y es que voy a seguir viviendo mientras quede un atisbo de fuerza en mi interior, el cual espero nunca me abandone.
0 comentarios:
Publicar un comentario