Cuando estás perdido estas dispuesto a creer en cualquier cosa. En este plantea todas las religiones te prometen un futuro en este mundo o en el siguiente. Sólo tienes que pagarles con tu fé y tu confianza. Y a pesar de la celebración y las reverencias y los rezos, todos acaban en la misma situación: viejos, enfermos, infelices... muertos.
Todos queremos que nos recuerden, pero ella es diferente. Ella sabe la verdad. Ella no quería un millón de admiradores, ella sólo quería uno y lo consiguió. Puede que no fuese muy querida, pero fue amada profundamente, ¿Y no es ese nuestro mayor deseo?
Cuando cayó enferma, yo sabía que me moría pero no se lo quise decir. Cuando estaba en la UCI me colé 10 minutos que pasé sentado a su lado hasta que me pillaron. Tenía los ojos cerrados y la piel pálida, pero su mano seguía siendo su mano, aún cálida con sus uñas pintadas de azul oscuro y... agarré su mano e intenté imaginarme un mundo sin nosotros, y ese mundo no habría merecido la pena.
Es tan preciosa que nunca te cansas de mirarla, No debes preocuparte de si es más inteligente que tú porque sabes que lo es. Es divertida sin pretenderlo.
No puedes elegir si van a hacerte daño en este mundo pero si puedes elegir quien te lo hace. Me gustan mis elecciones. Y espero que a ella le gusten las mías, ¿vale?
...la nuestra es una historia de amor épica y seguramente no voy a ser capaz de decir más de una frase sin hundirme en un mar de lágrimas.
Como cualquier historia de amor real, la nuestra morirá con nosotros. Como debe ser. Esperaba que fuera él quien me hiciera un panegírico a mi, porque nadie lo habría hecho mejor.
No hablaré de nuestra historia de amor porque no puedo, así que en su lugar hablaré de matemáticas.
No soy matemática, pero sí sé esto. Hay infinitos números entre el 0 y el 1; el 0,1; el 0,12; el 0,112 y una infinita colección de otros. Y por supuesto también hay una serie infinita de números entre el 0 y el 2, y entre el 0 y 1.000.000. Algunos infinitos son simplemente más grandes que otros. Nos lo enseñó un escritor que nos gustaba. Y yo quiero más números de los que podré obtener. Y quiero más días para él de los que tuvo.
Pero, no sabes cómo te agradezco nuestro pequeño infinito. Me has dado una eternidad. En esos días contados, y por eso te estoy eternamente agradecida.
Imagínate que compites contra una tortuga. La tortuga tiene una ventaja de 10 metros. En el tiempo que tu recorres 10 metros, la tortuga avanza tal vez 1, y así sucesivamente. Eres más rápido que la tortuga, pero jamás podrás alcanzarla, sólo podrás reducir su ventaja. Ahora sin duda podrás adelantar a la tortuga, siempre y cuando no contemples los mecanismos involucrados.
Pero, la cuestión del cómo resulta ser tan complicada que en realidad nadie la resolvió hasta que Cantor nos mostró que algunos infinitos son más grandes que otros infinitos.
Cuando el hombre del tiempo dice que será un bonito día, miente. Puede ser un día genial para salir a la calle, pero también podría ser el peor día de su vida ¿Sabes cómo la gente suele decir, "¿Quién sabe? Mañana podría atropellarme un autobús"? Eso parece bastante inverosímil... hasta que tienes un amigo al que le atropelló un autobús. La cuestión es que nosotros nunca sabemos qué tipo de día se aproxima.
Cuando pensamos que conocemos el futuro, incluso durante un segundo, cambia. A veces el futuro cambia rápida y completamente y sólo nos queda elegir qué hacer después. Podemos elegir asustarnos, quedarnos ahí temblando, sin movernos, asumiendo que lo peor puede pasar. O podemos dar un paso adelante hacia lo desconocido, y asumir que será brillante.
A veces sólo necesitas alejarte de la ciudad, tener otra perspectiva. Pero no siempre puedes ver que necesites una nueva perspectiva porque... bueno, necesitas una nueva perspectiva para poder verlo. Es complicado.
Abre los ojos ¿Qué ves? ¿Más posibilidades? ¿Un nuevo punto de vista te da más esperanza? Ese es el objetivo, aunque no siempre funcione así. A veces un cambio de perspectiva te hace ver lo que has perdido
¿Sabes lo que era antes el coxis? Solía ser una cola. ¿Esa parte rosa al lado del ojo? era un tercer párpado. El apéndice nos ayudaba a digerir la comida cruda, ahora no sirve para nada.
La historia de nuestra evolución, es la historia de lo que dejamos atrás, de lo que descartamos. Nuestros cuerpos sólo mantienen las cosas que son absolutamente necesarias. A las cosas que ya no se usan... renunciamos. Las dejamos ir.
Pero... ¿Por qué sienta tan bien el deshacerse de cosas, dejarlas marchar? Tal vez porque cuando vemos lo poco que necesitamos para sobrevivir, nos damos cuenta de cuán poderosos realmente somos. Quedarnos solo con lo que necesitamos, para depender sólo de aquello imprescindible. Lo que necesitamos no solo para sobrevivir, sino para prosperar.
El corazón es difícil de traducir ya que tiene su propio lenguaje. Habla y se convierte en un tranquilo suspiro, en oraciones y proclamaciones. En los grandes días de los grandes hombres y hasta el más pequeños de los gestos, en diminutos jadeos superficiales.
Sin embargo, a pesar de toda mi educación aún no puedo dominarlo y las palabras se me escapan devolviendo todo aquel daño y me gustaría poder ponerlas en una poesía si supiera cómo... pero creo que nunca sabré.
Así que daría todo lo que tengo y el cielo, daría todo por entender, aunque fuese por un solo instante, el significado de sus palabras, ya que llevo toda la vida escuchándole pero nunca entiendo lo que dice en absoluto. A veces me habla muy bajito y canta para mi en su interior, mientras que otras rompe a llorar en mitad de la oscura y fría noche hasta que le encuentra la luz del alba.
Pero... pensándolo bien, amigas palabras, ¡Pobre lenguaje!, él no se merece este trato. No todas las fases de mi tropiezo se escaparon, así que no vale la pena lamentarse por este sentimiento. Todo ese cielo que estaría dispuesto a dar nunca podría llegar a describir la sensación que siento.
Ahora me doy cuenta de que las palabras nunca fueron tan útiles por lo que he decido gritar un lenguaje que ni sabía que existía antes.
Gérmenes, enfermedades, toxinas... Nuestros cuerpos se topan con amenazas constantes bajo la superficie, escondidas. Aunque no nos demos cuenta, el cuerpo esta protegiéndose continuamente. Cada vez que parpadeamos, se eliminan miles de microbios indeseados. Si respiramos demasiado polen, estornudamos. El cuerpo sabe cuando se ha topado con algo que no le pertenece, detecta al invasor, libera sus leucocitos y ataca.
Sin embargo, justo cuando creemos que lo tenemos todo claro, el universo nos desafía tal y como lo hace nuestro cuerpo ante las amenazas. Ante esta situación, teneos que improvisar.
Encontramos la felicidad en los lugares inesperados. Nos damos cuenta de las cosas que nos importan. El universo... es así de extraño, a veces sabe ponernos exactamente donde tenemos que estar.
Una de las lecciones más duras en esta vida es aprender a establecer prioridades. Desde pequeños nos enseñan a salvar contratiempos a cualquier precio. Si el precio exige tomar medidas drásticas nos enseñan a decidir sin que nos tiemble el pulso. No es una elección fácil de aprender y siempre se reduce a una pregunta ¿Cuál es el riesgo? ¿Qué podemos ganar o perder? Somos jugadores que intentan no apostarlo todo a una carta.
La vida es un juego de alto riesgo. Pero por muy altas que sean las apuestas, tarde o temprano debes dejarte llevar por tu instinto y quizá, solo quizá volverás a donde te correspondía desde el principio.
¿Qué te da tiempo a hacer en una hora? Un recado quizá, esperar en un atasco, cambiar el aceite... Si lo piensas, una hora no es mucho. 60 minutos. 3600 segundos.
Una hora puede cambiarlo todo para siempre. Una hora puede hacerte cambiar de opinión. A veces, una hora es un regalo que nos hacemos. Para algunos, una hora puede no ser nada. Para otros una hora supone una gran diferencia. Pero a fin de cuentas sigue siendo una hora, una de tantas, de tantas mas por llegar. 60 minutos. 3600 segundos. Sólo eso y vuelta a empezar y quien sabe lo que nos deparará la próxima.
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