Dicen que Roma no se construyó en una hora, pero tu y yo fuimos capaces de construirla de todos modos, aunque aprendimos que solo hace falta un segundo para ver todo reducido a polvo.
Pensé que habías colgado la luna para que siempre estuviera presente, y tu creiste que era yo quien iluminaba cada rincón de tu mente; pero las luces se apagaron y llegó la oscuridad.
Es como si tirásemos del pasador de una granada; si no desapareciese todo en un abrir y cerrar de ojos... pero sucedió cuando finalmente tiramos de él. Todo de repente se magnificó. Ruido y silencio al mismo tiempo como el eco de que todo lo nuestro llegó a su final.
La puerta se cerró y se silenciaron los teléfonos. Nuestra llama se apagó y me quedé aqui solo esperando. Es un trago amargo que tiene que bajar con la ayuda de las lágrimas goteando por cada fibra de nuestro ser. Y la verdad te extraño como se extrañan las noches sin estrellas y a pesar de que el corazón se rompa en mil pedazos se que lo correcto está mal y que lo bueno es el adiós.
1 comentarios:
A veces hay que avanzar aunque ello nos desgarre, no hay nada en este mundo que sea más importante para nosotros que nosotros mismos, aunque queramos a alguien más.
Publicar un comentario