Cubrimos las heridas con gasa y esparadrapo para protegerlas, para prevenir infecciones. Para que nos suframos. Lo difícil viene cuando hay que tirar del esparadrapo porque puede doler mucho.
Sin duda duele mucho y es que no queremos ver qué hay debajo. Pero quizá no es el miedo al dolor lo que nos frena; quizá lo que nos da miedo es ver si la herida sigue abierta o... si se está curando
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