La biología determina en un gran porcentaje la forma en la que vivimos. Desde el momento en que nacemos, sabemos cómo respirar y comer. A medida que crecemos, nuevos instintos son alcanzados. Nos convertimos en territoriales. Aprendemos a competir. Buscamos refugio. Pero, ¿lo más importante de todo?, Nos reproducimos. Sin embargo, a veces la biología puede ponerse en nuestra contra. Sí, la biología apesta algunas veces.
La biología dice que somos quienes somos desde que nacemos. Que nuestro ADN esta tallado en piedra. Incambiable. Aunque nuestro ADN no explica todo lo que somos. Somos humanos. La vida nos cambia. Desarrollamos nuevos rasgos. Nos volvemos menos territoriales. Paramos de competir. Aprendemos de nuestros errores. Nos enfrentamos a nuestros mayores miedos.
Para bien o para mal, encontramos maneras de ir más allá de nuestra biología. El riesgo por supuesto, es que cambiemos demasiado, hasta el punto en que no nos reconocemos. Encontrar el camino de vuelta puede ser difícil. No hay brújula ni mapa. Solo tenemos que cerrar los ojos, dar un paso y anhelar con todo nuestro corazón, llegar allí.