Hoy he despertado en el suelo del salón con la mirada esquivando el nuevo sol que acariciaba mi mejilla con amor. Fuera discutían golondrinas y un avión pero el silencio en casa era ensordecedor. Estas paredes saben bien lo que pasó.
Ya no quiero tus excusas, no quiero escuchar tu voz. No quiero nada, solo un poco de valor para decirte antes de marcharme, con la mano en mi corazón, que tu fuiste mi gran amor. Se acabaron las mentiras tejiendo telarañas de algodón; tu voz cobarde excusando al narrador; tus condolencias explicando la razón.
Bajo las costuras sigo siendo de papel, te di mi alma escrita en cada atardecer, te di mi vida y la arrugaste sin leer. Llevo tus fantasmas tatuados en mi piel y tus ausencias paseando en el andén de mi memoria que no pierde nunca el tren.
Ni una noche más en vela esperando al tejedor, desorientado por la niebla y la situación, mientras al alba se derrumba mi ambición. Se acabó mirar al suelo cuando cruzo el callejón de tu partida como si fuera mi error. En mi tristeza nadie manda más que yo.
Y por eso me voy, y por eso te digo que ni el mismo diablo me hubiera hecho el daño que me has hecho tu. Y por eso me voy, por eso lo repito pero antes quisiera decirte a la cara una vez sin temor que en tu viaje al olvido, por el camino infinito verás como el viento que guarda mis gritos te susurra al oído toda mi pasión. Cuando tu sientas frío en un rincón de los siglos oirás lo que siempre le dice la luna al cobarde del sol... que siempre serás mi gran amor.
By PB
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