Comienza donde termina. En la nada. Una pesadilla nacida de mis miedos más profundos. Me sorprende sin previo aviso, susurrando imagenes desligadas del tiempo y la distancia. El alma errante, tocada por otros pero nunca atada, sigue el rumbo trazado por una mano invisible. El viaje que me aguarda es sólo un reflejo de mi pasado hasta que llegue al final y me enfrente a una verdad que ya no puedo negar, solo, como siempre.
Por primera vez siento el tiempo como un latido, los segundos bombean en mi pecho de forma certera. Los numerosos misterios que en otro tiempo parecieron distantes e irreales, amenazaron la claridad en presencia de una verdad albergada no en la juventud, sino sólo en su paso. Al decir estas palabras siento como si se me quitara un peso de encima porque sé que tú las leerás y compartirás mi carga, pues ya no confío en nadie más.
Saber que conoces mi corazón, que profundizarás en él encontrando allí recuerdos y experiencias que te pertenecieron, que son tuyos, me sirve de consuelo ahora mientras siento como se liberan las ataduras y se oscurecen las perspectivas de continuar un viaje que comenzó no hace mucho tiempo, que reemprendí con la fé vacilante y que se fue fortaleciendo por tus convicciones. De no ser por ello, es muy posible que a partir de ahora no tuviera el valor ni la fuerza de tenerte frente a mi y mirarte incompleto, confiando en que me perdones por no continuar el resto el viaje contigo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)