He entendido el don, el poder y la gracia de aquellas vidas que un día toqué. Esas vidas que se desvanecen en el agua, y allí las dejo correr.
No habrá despedida, ni queja ni llanto, para quién bailó en mi fiesta y en mis manos. Cruzaré esa puerta sin mirar atrás; total... tampoco esperarán.
Llenaré de gracia el ultimo aliento y llevaré mi suerte a otro lugar. Y a pesar de que el don es saber que no es un lamento, ni si quiera me consolará.
No me abandonarán si me he marchado antes; no romperán mi corazón si ya me lo he arrancado.